Antes y después del Imperio del Sol Naciente.

martes, 20 de noviembre de 2012

Mi familia

A principios de Noviembre se cumplieron 2 años que regrese definitivamente de Japón. Digo definitivamente porque volví una primera vez y, luego de un par de meses de estar en Argentina, decidí darle a Japón una segunda oportunidad. No dure ni 1 mes que ya me estaba sacando el pasaje de vuelta a Argentina.

Japón es un país maravilloso. No conozco muchos lugares en el mundo pero gente mucho mas viajada que yo que ha tenido la oportunidad de visitar Japón coincide en que es un lugar único. Es realmente como estar en otro planeta. Son innumerables la cantidad de cosas que me enamoran de Japón. Solo para nombrar algunas podría mencionar el orden, la pulcritud, el respeto, la seguridad, la amabilidad de la gente, la puntualidad, la constante búsqueda de la perfección, el silencio. Durante muchos años creí que había encontrado mi lugar en el mundo. Que después de haber conocido Japón ya no podría vivir en ningún otro país. Pero con el tiempo, y no sin dolor, descubrí el gran talón de Aquiles que Japón esconde para mi: Allí no esta mi familia.

Me tomo 5 años despertar a esta obviedad (no todos tenemos un coeficiente intelectual de 180) pero estoy feliz de haberlo hecho ya que nunca es tarde para aprender.

Tener a la familia cerca es invaluable. Creo que cuando nunca se vivió lejos de la familia tal vez cueste apreciarlo. Pero cuando se depende de un medio tecnológico para poder tener contacto con los tuyos y, encima, este contacto esta condicionado por perversos husos horarios (12 en mi caso), esto te modifica radicalmente el orden de prioridades en la vida.

Mi familia esta compuesta por mis 2 padres y 2 hermanos menores, una niña y un niño. Si bien somos todos seres muy independientes también son muy fuertes los lazos que nos unen. Nos gusta estar al tanto de la vida de cada uno y nos preocupamos genuinamente los unos por los otros aunque no somos de hablar a diario. La excepción a esta regla se da con mi madre, con quien debo hablar (sin exagerar) 3 o 4 veces por día. En nuestra legitima defensa debo decir que lo hacemos de pura nostalgia. Ocurre que por 5 largos años nuestras conversaciones se limitaron a unos pocos minutos por Skype y casi siempre de madrugada para ella o para mi. Reconozco que hablamos mucho con mi madre pero es que siempre tenemos tema de conversación. El colmo de los colmos sucedió anoche cuando luego de haber hablado como de costumbre durante todo el día llegando la medianoche la encontré en Skype. Ninguna de las dos lo resistió y aun entonces encontramos novedades de ultimo minuto que intercambiar. Tal vez un psicólogo lo diagnostique como patológico. Me tiene sin cuidado. Hoy lo disfruto mucho.

Pienso que solo hubiera podido continuar mi vida en Japón o, lo que para el caso es lo mismo, en cualquier otro país del mundo, si me hubiera embarcado en el proyecto de formar mi propia familia. Extrañaría igual, seguramente. Maldeciría lo mismo luego de cada contacto al apagar la computadora, pero tendría otros afectos de los cuales sostenerme y que me ayudarían a seguir adelante. Además jamás volvería a cometer el mismo error de estar tantos años sin regresar a Argentina. Haciendo dedo, nadando o como sea, encontraría la forma de visitar a mi familia  al menos 1 vez al año.

Pero ya estoy de vuelta y a no ser que sea por vacaciones, no hay valijas ni aviones en mi horizonte. Por lo que seguiré disfrutando de los míos y me seguiré considerando una privilegiada porque por fin los puedo tener al alcance de la mano.

Un amigo me pregunto la semana pasada como estaba. Yo le conteste que estoy en la búsqueda de mi felicidad. Y el me respondió: tu felicidad esta en tu familia y en cuidarte a vos misma. No pudo estar mas acertado.

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