Todo empieza con una decisión. Y tome la decisión de renovarme. Ahora bien, a
grandes rasgos podríamos decir que hay 2 tipos de renovaciones complementarias
y, hasta si se quiere, disparadoras la una de la otra: una interna y otra
externa. La interna es la mas difícil de lograr por ser la mas abstracta. Esto es así
porque no se trata de cosas tangibles a las
que se les puede dar un martillazo y modificar en el acto, sino que atañe a
cosas mucho mas sutiles como conceptos, ideas, pensamientos, sensaciones o
estados emocionales. Al menos para mi modificar estas cuestiones internas me es
infinitamente mas trabajoso que hacerlo con las de afuera. Así que como no esta
en mis planes inmediatos agregar mas estrés a mi vida, por afuera empezaremos.
No voy
a innovar con mi pelo porque es la única parte de mi aspecto físico con el cual
estoy verdaderamente conforme (si, amo mi pelo, tengo un nivel de obsesión
importante con mi pelo y no me incomoda en lo mas mínimo admitirlo. Es mas, a
veces hasta me hace sentir orgullosa. Los otros días un compañero de trabajo me
dijo “pero vos que haces de noche Paula? Dormís colgada del pelo que lo tenes
siempre TAN lacio?”. Y sonreí estúpidamente todo el día). Respecto a mi
guardarropa no se si llegaría al extremo de tirar todo y empezar de nuevo pero
admito que una renovación no me vendría mal. El tema es que me gustaría hacerlo
con algún tipo de guía objetiva que pudiera asesorarme. Secretamente desearía
ser la “victima” de uno de esos programas donde unos estilistas entran a tu
casa y, luego de menoscabar tu autoestima mostrándote lo ridícula que te ves en
lo que vos crees son tus combinaciones ganadoras, te enseñan a vestirte y te
renuevan absolutamente de la cabeza a los pies (les corto la mano si me tocan
pelo, obvio). Pero como es muy poco probable que Benito Fernández toque a mi
puerta (muero de un paro cardiaco), dejare el tema del guardarropa para otro
momento.
No al
pelo, no a la ropa, que me queda? Mi hogar. Vivo sola desde los 21 años y en mi
haber cuento 5 departamentos (incluido el presente) que me han albergado en
Argentina. Todos impecables, todos con toques muy personales pero todos dando
la impresión de alguien que esta “de paso”. Rarísimo pero es como
que nunca me quise comprometer demasiado a tener “cosas”. Nunca tuve una
vajilla completa, nunca pude conservar plantas (infaliblemente todas perecían
en mis manos), nunca tuve una mesa con sillas, nunca tuve una cama propiamente
dicha. Sera que internamente siempre tuve
“una pata acá y la otra allá”. Siempre tuve la sensación que Argentina
no era mi lugar, que en algún momento me tenia que ir. Y algo de eso había
porque al fin y al cabo eso fue lo que hice.
Pero volví. Regresar a Argentina no hizo que
inmediatamente pudiera relocalizarme en tiempo y espacio. Es mas, hasta antes
de romper con Joon estaba convencida que en poco tiempo mas iba a volver a
hacer las valijas. Por eso en mi departamento actual lo único que me pertenece
(y padezco porque la saque en 12 cuotas y se me esta haciendo eterno) es la
heladera. Todo el resto de mis (pocas) posesiones son prestadas.
Me canse. Ahora que se que estoy para quedarme es
hora de renovarme y cambiar de formula. Por mas que suene a aviso publicitario quiero hacer de mi casa un hogar y ya empecé el pasado fin de semana.
Primero cambie de posición los muebles. Muchas opciones en un monoambiente no hay pero siempre se puede usar la imaginación. Tímidamente empecé a comprar algunos objetos de decoración en una casa con insólitos aires palermitanos del barrio (vivo en Villa Urquiza) y arrastre a mi incansable compañera de ruta citadina (mi santa madre) a vanguardistas casas de diseño en San Telmo en busca de mas objetos originales (los encontré pero eran exageradamente caros). Algo que realmente me hace falta no solo para vestir el ambiente sino por su utilidad en mi flamante incursión en el mundo narrativo (!) es un escritorio. Luego de buscar y ver muchos sitios en internet ya se como es el que quiero: blanco y moderno. Estuve recorriendo varias casas de muebles estos días y ya creo haberme definido por uno que me cierra en precio, funcionalidad y diseño. Si todo me sale bien, este fin de semana lo resuelvo. Y así, de a poco, iré armando mi casa hasta convertirla en un espacio alegre, propio y que de la sensación de ser habitado por alguien que esta bien plantado en el aquí y ahora.
Primero cambie de posición los muebles. Muchas opciones en un monoambiente no hay pero siempre se puede usar la imaginación. Tímidamente empecé a comprar algunos objetos de decoración en una casa con insólitos aires palermitanos del barrio (vivo en Villa Urquiza) y arrastre a mi incansable compañera de ruta citadina (mi santa madre) a vanguardistas casas de diseño en San Telmo en busca de mas objetos originales (los encontré pero eran exageradamente caros). Algo que realmente me hace falta no solo para vestir el ambiente sino por su utilidad en mi flamante incursión en el mundo narrativo (!) es un escritorio. Luego de buscar y ver muchos sitios en internet ya se como es el que quiero: blanco y moderno. Estuve recorriendo varias casas de muebles estos días y ya creo haberme definido por uno que me cierra en precio, funcionalidad y diseño. Si todo me sale bien, este fin de semana lo resuelvo. Y así, de a poco, iré armando mi casa hasta convertirla en un espacio alegre, propio y que de la sensación de ser habitado por alguien que esta bien plantado en el aquí y ahora.
No se si todo esto sirva para algo. Si se que necesito
encontrarme, necesito sentir a esta nueva Paula que pide salir a gritos. Y quien sabe, tal vez
esta renovación externa me ayude a encontrarla al menos al entrar a casa.