Antes y después del Imperio del Sol Naciente.

domingo, 4 de noviembre de 2012

El fin de una era

Esta ultima semana fue muy movilizadora. Y lo que detono todo fue el llamado frustrado por Skype de Joon  (coreano, 7 años de relación, nos conocimos en Japón, el sigue allá, yo me volví) el domingo pasado. Me quede esperándolo 2 horas pero no apareció. Por la diferencia horaria (12 horas) solo podemos hablar los fines de semana y hacia 2 semanas que no hablábamos. Su mail de dos líneas “Perdón, me quede dormido. Lo lamento” y su silencio ante mi falta de respuesta (jamás dejo un mail sin responder), me descoloco por un lado pero reafirmo ciertos conceptos por el otro.

Siempre hubieron cosas de Joon que no me cerraron. Hasta ahora me las calle en respeto a sus tiempos, tratando de comprender la diferencia cultural, esperando que algún día nos pudiéramos encontrar a mitad de camino.

Pero me canse. Hacia rato que me venia cansando. Me canse de tener que entender, de tener que interpretar, me canse de esperar. Mas allá del amor que se pueda sentir por el otro, yo entiendo a una relación como la satisfacción mutua de aquellas necesidades mas profundas. Y si la persona que esta al lado de uno no las satisface es momento de dar un paso al costado.

Por supuesto que duele. Duele por los tiempos vividos, los planes inconclusos, los sueños rotos.

Me siento grande (tengo 37), sola y sin rumbo. Aunque a la distancia, yo estaba (o creía estar) “en una relación” y ya no puedo tildar mas esa casilla. Y de repente la soledad se hizo presente en mi vida.
Me golpeo en la cara en el silencio de la noche justo antes de dormir – “Paula, estas sola, sin pareja”. Chan! Y es causal de noches de insomnio.

Bajo todo punto de vista la soledad es desagradable pero no hay que desesperar porque se le puede sacar provecho.

Si algo bueno tiene la soledad es que te hace sentir que tocas fondo, que peor no se puede estar. Y si peor no se puede estar, solo se puede estar mejor. Otro punto beneficioso de la soledad es que te obliga a hacer una mirada interior. Mirarse hacia adentro no siempre es simpático ya que no siempre puede gustarte lo que ves. Pero reconocerse es el primer paso para cambiar aquello que no nos gusta. Y siempre se puede cambiar. Mirarse hacia adentro es también una oportunidad para explorarse y descubrir cuales son aquellas cosas que te hacen sonreír, que te llenan el espíritu, que te hacen sentir bien. Por mas tontas, chiquilinas o poco remunerativas que sean. Un curso, un proyecto, un hobby. Algo que te haga una caricia al alma. Si la vida en este momento no te sonríe, busquemos la forma de hacernos sonreír a nosotros mismos.

La ruptura emocional con alguien es una oportunidad para reforzar la relación con uno mismo. No se trata de volverse narcisista ni de cerrarse al mundo, sino de hacer un reordenamiento interno, crecer y así saltar a una nueva etapa.

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