Antes y después del Imperio del Sol Naciente.

viernes, 9 de noviembre de 2012

El hombre asiático

El continente asiático es el mas grande del planeta y concentra el 60% de la población mundial (un poco mas de 4 millones de personas). Si partimos de la premisa que hombres y mujeres nacemos en proporciones iguales, estaríamos hablando que hay aproximadamente 2 millones de hombres asiáticos poblando esta tierra.  Tras este abrumador dato llamar a esta entrada “El hombre asiático” es un tanto arrogante sino impertinente de mi parte. Pero luego de meditarlo unos instantes decidí que no voy a cambiar el titulo primero porque me gusta y segundo porque así suena mas sensacionalista.

Viví en Japón por 5 años, tiempo durante el cual entable una relación sentimental (nótese el tono poético de la frase) con mi ex (coreano). Lejos estoy yo de considerarme ni siquiera una amateur en el entendimiento del hombre oriental (mas bien mis conocimientos del sexo opuesto tanto de oriente como de occidente dejan bastante que desear) pero si he vivido algunas experiencias.

Mi primer crudo (muy crudo) contacto con el pueblo japonés fue a través de mi sensei. Profesor de la Universidad de Kyoto (la segunda mas importante del país), adicto al trabajo, ultra-exigente, intimidantemente arrogante, muy poco tolerante y sin ningún tipo de delicadezas a la hora de comunicar su parecer. Un tipo fuera de serie.

Tal vez por estas y sus tantas otras innumerables cualidades excepcionales como ser humano tarde un par de días en salir de mi asombro cuando me entere que alguien en su sano juicio había dicho “si, quiero” (o lo que sea que se dice en Japón) a una vida al lado de mi profesor. El hombre estaba casado! Y como si esto fuera poco tenia 2 o 3 hijas (nunca pude corroborar el numero, ese tipo de conversaciones son demasiado privadas para la relación profesor-alumno). Todo cobro sentido cuando meses mas tarde me percate que mientras que el vivía en Kyoto y trabajaba de lunes a domingo (no estoy exagerando), su familia (hijas incluidas) residía a 460 km de distancia en la capital del país, Tokyo. Se reunían en 2 ocasiones al año. Para Año Nuevo y para Golden Week (una seguidilla de feriados en el mes de Mayo que los japoneses usan para viajar a sus pueblos de origen). Al principio me horrorice ante semejante panorama pero luego aplaudí la sagacidad de la mujer de mi profesor por haber logrado mantenerse tan lejos como le fuera posible de su marido (un error en la vida todos podemos cometer) mientras este la mantenía a distancia.

Primero pensé que se trataba de un caso particular dada las peculiares características de mi sensei pero luego, no con menos espanto, descubrí que muchos estudiantes internacionales (asiáticos todos ellos) también habían dejado a sus respectivas esposas en sus países de origen mientras ellos se dedicaban a terminar sus carreras en Japón.

Es tan autosuficiente el hombre asiático que no necesita de la cotidianeidad, la complicidad, la contención emocional de su pareja?

Las generalizaciones son malas y encasillar a los 2 millones y pico de hombres asiáticos del mundo en una única respuesta seria no solo petulante sino también muy obtuso de mi parte (y para obtusos ya tenemos a ya saben quien).

Por eso acá solo voy a hablar de mi experiencia en particular. Mi ex. Si, si lo es. Es un chico extremadamente autosuficiente que no necesita de esa complicidad, ese submundillo especial que solo podes tener con una pareja para sentirse a gusto en una relación. O al menos nunca me lo hizo sentir de otro modo. No es falta de cariño. No es indiferencia. No es ni mejor ni peor. Solo es así.

Y ahora que lo pongo por escrito pienso que tal vez fue esa mi mayor desilusión con Joon. Creer que con el tiempo ese espacio solo nuestro algún día iba a estar ahí. Pero ese día nunca llego.

No se que piensa o siente la mujer asiática al respecto (salvo la talentosísima esposa de mi sensei que la hizo muy bien y por quien me sigo sacando el sombrero). Nunca tuve la oportunidad de preguntarle a ninguna. Supongo que lo acataran silenciosamente porque es la forma en la que sus padres habrán interactuado con ellas y sus familias. Además en Japón muy pocas cosas (por no decir ninguna) se cuestionan. Y mucho menos aquellas que tienen que ver con los usos y costumbres sociales.

Pero yo no soy así.

Visceralmente hablando me atraen mas los hombres con rasgos orientales que aquellos del mundo occidental (sobre gustos… dice mi madre). Pero hay ciertas formas del hombre asiático que a mi, a Paula, no le cierran. Yo necesito otro tipo de acercamiento con quien elija será mi compañero de vida.  Compartir, crear, proyectar de a dos sin por eso dejar de ser uno mismo. Creo que es posible.

Tal vez pida demasiado, no lo se. Tal vez el ideal para mi sea un descendiente asiático hecho a la usanza occidental. No digo que esas dos características sean garantía de haber encontrado a mi hombre ideal pero es un potencial comienzo.

Y bueno. Sera hora de empezar a frecuentar el Jardín Japonés, hacerme fan del pop coreano, salir a recorrer el barrio chino y tomar mucho, mucho te verde.

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